Friday, December 16, 2005

12 DÍA (al medio día)

A la mañana del día 11 de nuestro viaje llegamos a una hermosa isla, era llamada Tol Eressea, el barco se detuvo en sus costas, si es que la belleza de ese sitio se puede comparar con las costas que conozco. Era como en mis sueños, la arena era un conjunto de piedras preciosas, polvos de diamantes demarrados para que sus habitantes caminaran sobre él. Los árboles y las praderas eran la representación de una belleza pura.
Al sitio llegaron algunos elfos, por su aspecto deduje que eran de la raza Noldo, también habían algunos Vanya, Idril me dijo que de ellos heredó el oro de sus cabellos. Se acercaron a nosotros y esto se convirtió en la imagen de un sueño que anda entre las almas, envolviéndonos en sus redes y cada paso era el sonido de una canción de bienaventuranza que se elevaba por los aires. Junto a ellos aparecieron unos seres cuyos ojos revelaban la edad de arda, pero estaban llenos de luz y sabiduría; ellos eran los otros pares de Ulmo, los valar, los poderes que formaban parte del espíritu de Ea.
Ese día se hizo un gran Concilio en el que se evaluó nuestra estancia en las Tierras del Oeste, el tema de la prohibición volvió a salir a flote, pero Ulmo intercedió incontables veces por nosotros. Les manifestamos nuestro dolor y la necesidad de su ayuda en Endor, en ese instante se sintió una presencia mucho más fuerte, lo sublime de estas tierras se volvieron insignificantes ante la majestad que llenó el mundo en ese instante, en el cual se discutía acerca de si un atan podía permanecer en las Tierras Imperecederas.
Después de un momento en que la tierra quedó en un silencio sublime, Manwë Súlimo se pronunció y dijo que por orden de Ilúvatar mi destino se despegaría del de los atani, y que desde ese instante viviría entre lo Noldor en Tol Eressea compartiendo su destino por siempre al lado de mi esposa, y así fue como adquirí una inmortalidad que no solicité.
Ese día se hizo un gran festejo y sentí como mi alma se ataba a Arda por siempre, una melancolía inundó mi corazón y en medio de un círculo formado por los Eldar tomé mi arpa y me dispuse a cantar en la Isla Perdida:
“Una vez Conocí la calma,
En ella empezaste a reinar,
Princesa élfica de cabellos claros como el de los Vanyar
Hija de la ciudad escondida.

Una vez descubrí la belleza,
Y 2 árboles y 7 puertas no fueron suficientes
Para superar la alegría que me embargó tu magia,
Primera Nacida
Para superar la soledad que me ofrecía la mortalidad,
Idril.

Una vez conocí el futuro,
Y desde la ciudad de los 7 nombres me lancé a la mar contigo,
Buscando mí destino,
Desde el cual no pueda morir,
Para morar por siempre a tu lado”.

10 DÍA (por la tarde)

Al despertar me di cuenta que estábamos bordeando el gran muro de montañas llamado Pelóri y al poco tiempo una gran abertura se divisaba hacia el norte, no estaba tan lejos la Calaciryo, luego de cruzarla me sentí indigno de entrar en esa región, pero esta vez no era mi voluntad. Idril varias veces me manifestó su temor de volver a Aman, volvió una y mil veces al tema de una maldición y de la gran prohibición. Pero volví y repetí que esta no era nuestra voluntad.
Después del medio día ya estábamos del otro lado de las Pelóri, y mi barco comenzó a descender, hacia el sur, se movía guiado por una fuerza externa y así seguimos entre la pared de piedras y unas hermosas tierras que brillaban como si fuera un gran tejido de joyas.

9 DÍA (por la tarde)

Al principio pensé que era un islote, después una cadena de islotes, pero no era nada de eso era un gran muralla que avisté desde esta mañana, pero cada vez que me acercaba se iba engrandeciendo exageradamente y yo no llegaba al sitio. Así pasaron las horas y las horas y anocheció y seguí el rumbo que el viento me eligió, siempre un leve giro hacia el noroeste.
Nunca llegamos, continuaban elevándose en el Menel como una gran muralla; Idril me dijo que esas eran las Pelóri y que hacia el norte encontraría la Calaciryo, la gran Hendidura de Luz y que por allí pasaríamos a la Tierra Bendita de Aman.

Friday, December 09, 2005

8 DÍA (por la mañana)

Anoche soñé nuevamente con unas playas cuya arena era como diamantes hecho polvo; caminaba pie descalzo y sentí que se me pegaba a los pies y una gran gracia inmaculada colmaba mi ser. Sentí que el mundo se hacía pequeño y a la vez infinito.

Me desperté con una gran nostalgia por mi raza, por primera vez sentí que mi viaje, este viaje, me alejaría de todo lo que alguna vez fui. Lloré por todo el sufrimiento y la maldad, que sin explicación alguna, nos ha tocado sufrir a los atani.

Que corta es la memoria del hombre, nos olvidamos rápidamente de nuestro pasado, desconociendo nuestro origen y el porqué de los tormentos.